sábado, 27 de agosto de 2016

EE.UU. y Rusia se manifiestan abiertamente contra la autodeterminación y la libertad de los pueblos


Por Martín Romero

En su último encuentro, los encargados de las relaciones de los EE.UU. y Rusia han acercado posiciones aún mas. Han blanqueado en sus declaraciones gran parte de lo que desde este medio venimos denunciando hace meses, y  a cara descubierta se arrogan el derecho de decidir por sobre los pueblos.

Si bien los conflictos sirio y ucraniano ocupan gran parte de la agenda oficial de las reuniones entre John Kerry y Sergei Lavrov, la cuestión kurda se ha impuesto como factor determinante a la hora de resolver el primero de los conflictos de manera conveniente para ambas potencias.

Las comunidades de Rojava y el Norte de Siria decidieron emprender el camino de la autodeterminación. Algo que pone en jaque la falsa “estabilidad” que el imperialismo quiere – y siempre quizo - imponer en Medio Oriente mediante el trazado de fronteras que dividen pueblos (en el caso del kurdo, en cuatro). Los custodios de sus intereses siempre han sido dictaduras y gobiernos reaccionarios al frente de los estados-nación que oprimen a sus pueblos y a las minorías étnicas o religiosas.

Tras la inestabilidad de Turquía por los vaivenes del presidente turco Recep Tayyip Erdogan,  el empantanamiento de la monarquía saudí en otros conflictos como el de Yemen, y la derrota de Israel en Gaza, los EE.UU.  han encontrado en Irán un socio  en Medio Oriente de cara al futuro. Y mucho ha tenido que ver la muñeca de Putin y su principal colaborador en ese sentido.

Para aplastar la revolución que han emprendido los kurdos en Rojava, esa a la que se han sumado árabes, asirios, armenios y otras comunidades del Norte de Siria, las principales potencias regionales se han servido de mercenarios y organizaciones terroristas, cuando no la intervención directa. De esto último podemos citar la invasión por parte de Turquía a Jarabulus, y en los otros casos, el constante apoyo de dicho estado al grupo terrorista Daesh o la participación de la milicia libanesa proiraní Hezbolá en los enfrentamientos en Hesekê.

Para tal propósito, el principal factor defendido por Kerry y Lavrov es la “unidad de Siria”. Algo no muy diferente a lo planteado por Turquía y sus mercenarios de la Coalición Nacional Siria, y también a lo expresado por Bashar al-Ássad. Al margen de los matices que puedan llegar a existir entre todos ellos, el punto de acuerdo es, como se dice, no dar lugar a ningún tipo de autonomía kurda con respecto a Siria.

El vicepresidente estadounidense Joe Biden, quien en visita oficial “advirtió” a las fuerzas de Rojava que debían retirarse al este del Éufrates para seguir contando con apoyo aéreo a sus operaciones, confirmó que dicho apoyo de EE.UU. a las SDF había llegado a su fin. Kerry se puso en sintonía a lo expresado por Biden, apoyando la intervención turca en Jarabulus y afirmando que no apoyan ninguna iniciativa kurda independiente.

El ministro de relaciones exteriores de Rusia ha ido más allá todavía, porque reconoció directamente que la autodeterminación kurda pone en jaque los planes imperiales de Rusia y sus aliados regionales. Según Sputnik News, Lavrov aseguró que  "los kurdos deben ser parte de la solución del problema y no un factor que se usará para escindir Siria, lo que provocará una reacción de cadena en toda la región, nadie está interesado en ello". Cuando dice “nadie”, debería decir “nosotros” (por él mismo y su par estadounidense).

Cuando habla de una reacción en cadena, se refiere a que su principal aliado estratégico, Irán, es un estado imperial opresor de minorías (también de los propios persas), y no está en los planes ni del régimen de los Ayatolá, ni de Rusia – ni en el de sus “ahora amigos” norteamericanos tampoco – que se den reclamos similares de las minorías kurdas y baluchis sometidas por el estado teocrático iraní.

De nuevo, y como lo habíamos advertido en varias notas, todos los poderes nombrados parecieran limar asperezas para unirse contra la revolución. Pero esta vez, los kurdos no están solos con las montañas. Cuentan con la solidaridad de los pueblos del mundo, esa que se va construyendo día a día y que puede ser más poderosa que cualquier ejército.

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