sábado, 24 de septiembre de 2016

El hilo de continuidad entre la Comuna de París los Soviets, los Concejos Húngaros y las Asambleas Populares de Rojava

Los obreros en armas de la Comuna de París, una experiencia
de autoorganización y democracia directa, que continuó con
los Soviets Rusos, los concejos de Hungría y las Asambleas y
Milicias Populares de Rojava en el Norte de Siria.
Por Juan Giglio

Desde que el Capitalismo dejó de crecer, comenzaron a gestarse las posibilidades de reemplazarlo por otro más humano -el Socialismo- una tendencia que dio su primer gran paso con los obreros franceses, cuando estos conquistaron el poder en 1871 mediante la Comuna de París.

El “Consejo de la Comuna” era una asamblea popular de carácter democrático, en la cual participaban representantes elegidos por el pueblo: anarquistas, blanquistas, socialistas, e incluso algunos burgueses, que luego se retirarían.

La burguesía, consciente del peligro que esta significaba, la terminó aplastando en una batalla muy desigual. Luego de la derrota de la Comuna, 30.000 fueron fusilados y 40.000 enviados a las colonias, situación que envalentonó al general burgués Thiers, que declaró que “El socialismo había sido eliminado para siempre”.

Sin embargo, los obreros no tardaron en construir organismos parecidos a la Asamblea de Obreros, Soldados y Vecinos de la Comuna. Eso sucedió en la revolución rusa de 1905, cuando el proletariado ruso empezó a organizarse en sus soviets, que comenzando como coordinadoras para la lucha reivindicativa, se terminaron transformando en organismos de debate y acción política y pilares del futuro gobierno bolchevique de 1917.

Por esa razón, antes de conquistar el gobierno estos soviets “Obraban como si fueran ya el poder -decía Vladimir Ilich Ulianov, Lenin- apoderándose por ejemplo, de las imprentas, o deteniendo a los agentes de la policía que impedían que el pueblo revolucionario realizara sus derechos.”

 “Los órganos de Poder descritos por nosotros -continuaba explicando el conductor de la Revolución Bolchevique-  eran ese Poder que no reconocía ningún otro poder, ninguna otra ley, ninguna otra norma, procediera de donde procediera.”

Luego del triunfo de 1917 la contrarrevolución se propuso, como Thiers en Francia algunos años atrás, la tarea de borrar del mapa cualquier prueba de que las masas podían ser capaces de autodeterminarse, o sea de ejercer su propio poder de la manera más democrática. Para eso, los capitalistas se apoyaron en los sectores más recalcitrantes de la burocracia soviética, que conducía Stalin.

Luego de la muerte de Lenin -en 1924- y del apartamiento de quien había estado al frente del victorioso Ejército Rojo -León Bronstein,  Trotsky, en 1925- se eliminó brutalmente la participación y el control de las masas, una victoria que les permitió a los stalinistas copar los sindicatos y las organizaciones obreras de prácticamente todo el mundo, apoyándose en el prestigio que provenía de conducir el “Primer Estado Obrero” de la historia.

En ese contexto, los imperialistas contaron -durante más de 60 años- con un socio eficaz, que en los peores momentos para el capitalismo, abortó decenas de revoluciones y estranguló otras desde adentro, impulsando la restauración capitalista, como finalmente sucedió en la ex URSS, China y Cuba.

Durante todo ese tiempo las masas carecieron de una conducción revolucionaria consecuente y, lo que es aún más importante, de la posibilidad de poner en pie organismos de democracia obrera y de poder. A partir de ese momento comenzó un largo proceso de lucha, dentro de los estados conducidos por el stalinismo y las organizaciones obreras de todo el planeta, contra la burocracia, que algunos, como Trotsky, denominaron “Revolución Política”.

Ese largo proceso de combates por la recuperación de la democracia proletaria tuvo hitos heroicos en los países dominados por el stalinismo, la rebelión alemana de los 50, la “Revolución de los Consejos” de Hungría del 56, la “Primavera de Praga” del 68, las movilizaciones de la década del 90 contra la dictadura rumana o las grandes huelgas mineras en la ex URSS de ese mismo período.

¡Viva la Democracia Directa!

La caída en desgracia del stalinismo, la restauración capitalista de los ex estados proletarios, la crisis capitalista mundial y la gran debilidad que tiene, hoy por hoy, el imperialismo, sumadas a la inexistencia de un socio burocrático con poder suficiente para contener o desviar revoluciones, dio lugar al resurgimiento -luego de años de retroceso- de los organismos democráticos más radicalizados.

Desde hace unos años, principalmente a partir de la explosión de la gran crisis mundial -con la caída del Lehman Brothers- reaparecieron asambleas multitudinarias de base y fenómenos como la Comuna, los soviets rusos o los consejos húngaros.

Estos, que son apenas la “punta de un iceberg que crece y se extiende”, son los consejos y milicias que se hicieron cargo de varias localidades mexicanas y, principalmente, los que controlan el norte de Siria -Rojava- que eligen, controlan y revocan a sus funcionarios y comandantes o dictaminan justicia popular y de género. 

Las diferencias que los socialistas revolucionarios podemos tener con la conducción política del pueblo kurdo, que no se plantea una Revolución Obrera y Socialista, no deben hacernos caer en posturas sectarias, como las organizaciones de izquierda que se niegan a movilizarse por el triunfo de las milicias, porque no asumen la existencia de este riquísimo proceso, dentro del cual hay que zambullirse para dar pelea por las posiciones más consecuentes.

Una victoria de los/as guerrilleros/as del Kurdistán que fortalezca y ayude a extender sus cantones y régimen “Confederalista Democrático” constituiría una derrota de los altos mandos imperialistas y burgueses de Medio Oriente, que -a pesar de sus contradicciones- están conspirando unificadamente para aplastar la resistencia de las masas, a cuya vanguardia están los kurdos y las kurdas.

Una victoria de las masas kurdas significaría la consolidación de estos primeros -todavía débiles e inconsecuentes- experimentos de “democracia directa” que están teniendo lugar en los cantones de Efrin, Kobane, Cizre y Sinjar, donde el pueblo discute y resuelve a través de sus asambleas y defiende lo resuelto mediante las milicias y jurados populares.

Ni qué hablar lo que ocurriría con las mujeres, que combaten al ISIS con sus propias milicias y se plantean gobernar en pie de igualdad con los hombres: ¡Ayudaría a sacudir las cadenas de la opresión de género en una región donde millones son obligadas a usar el velo o son vendidas como esclavas, lo cual impulsaría la liberación de otros sectores oprimidos, como la mayoría de las etnias regionales!

¡Esto sería -a pesar y en contra de quienes pretenden limitar la Revolución de Rojava a un simple cambio democrático dentro del sistema capitalista- un paso concreto hacia el Socialismo, ya que la democracia directa, las milicias y la liberación de las mujeres son premisas elementales de su desarrollo y construcción!

viernes, 23 de septiembre de 2016

Fascistas, antisemitas e islamófobos: los aliados de Al Assad que algunos no quieren ver

Por Pablo Mestrovic


El régimen del Baath sirio, dirigido por Bashar Al Assad desde 2000, es percibido frecuentemente por distintas corrientes de izquierda, particularmente las emparentadas con el stalinismo en sus distintas variantes y en América Latina, con el chavismo, como un régimen antiimperialista, dado su largo enfrentamiento con Israel y los Estados Unidos. 

Al propio tiempo, estas corrientes valoran positivamente el carácter laico del régimen de Al Assad y su rol de fuerza de contención del terrorismo islamista expresado en el Daesh y otras organizaciones afines y financiado por Arabia Saudita, Qatar y Turquía. 

Sin embargo, una mirada más atenta sobre los aliados que el régimen de Al Assad ha sabido conseguir a lo largo de los años muestra una imagen muy diferente y que debería alarmar a cualquier partidario de posiciones no ya de izquierda, sino mínimamente progresistas.

La cercanía del régimen del Baath sirio con el fascismo comenzó en los años ’50. Al igual que otros regímenes nacionalistas árabes, como el de Nasser en Egipto, el Baath sirio brindo refugio a antiguos funcionarios del régimen nazi, dispersados por el mundo después de la Segunda Guerra Mundial. 

En el caso de Siria, Alois Brunner,  antiguo oficial de las SS y participante de la “solución final”, fue encargado por Hafez Al Assad, el padre y antecesor del actual presidente sirio, de reorganizar la policía política siria utilizando su “experiencia” en materia de represión y genocidio.
(https://en.qantara.de/content/the-syrian-conflict-a-red-brown-alliance-for-syria)

En décadas siguientes el régimen conducido por la familia Al Assad recibió el apoyo de organizaciones de extrema derecha norteamericanas, particularmente del Ku Klux Klan, cuyo dirigente David Duke visito Siria en 2005 y se reunió con destacados dirigentes del régimen que lo elogiaron como una “imagen positiva del norteamericano promedio” 
(http://www.thegatewaypundit.com/2005/11/david-duke-joins-assad-in-damascus-to-confront-evil-zionism/)

El mismo año el Partido Social Nacionalista Sirio fue autorizado a integrar el Frente Nacional Progresista, la coalición electoral oficialista que procura brindar una apariencia de “pluralismo” a la dictadura del Baath y que hasta ese momento solo incluía partidos nacionalistas árabes y el Partido Comunista de Siria. 

El PSNS había sido fundado en 1932 y constituía una especie de copia del nazismo alemán en el contexto de Siria, con un símbolo similar a la svástica y grupos paramilitares al estilo de las “camisas pardas” nazis. Esta organización que reivindicaba un “nacionalismo sirio” y entre otras cosas preconiza la anexión del Líbano, nunca pasó de ser un grupo minúsculo particularmente apoyado por intelectuales. 

Sin embargo, Bashar Al Assad decidió utilizarlo para dotar a su régimen de una base social más amplia. (http://www.occupyantwerp.be/is-fascism-infiltrating-our-rallies-2/) El Partido Comunista de Siria, que en la época de fundación del PSNS lo había señalado claramente como una expresión del fascismo, no puso ninguna objeción a incluirlo en la coalición gobernante.
(http://www.marx2mao.com/Other/SCP35.html) 

En 2012, el PSNS pasó a cumplir el mismo rol integrando la “oposición” en las primeras elecciones “pluripartidistas” organizadas por el régimen. Hasta aquí el régimen de la familia Al Assad no se diferenciaría demasiado de los demás regímenes nacionalistas árabes. 

Su oportunismo político y falta de visión estratégica, sumado a la habilidad de las variantes más tradicionales del fascismo para camuflar su antisemitismo como “solidaridad con el pueblo palestino” y los pueblos árabes en general en conflicto con el estado sionista, han hecho posibles este tipo de alianzas.

Pero el régimen de Al Assad no ha tenido ningún escrúpulo para aliarse también con las versiones más “modernizadas” del fascismo. Estas corrientes tienen como punto de diferenciación principal con las más tradicionales la sustitución del antisemitismo por la islamofobia como eje articulador de su ideología. 

Sería lógico que siendo Bashar Al Assad y los principales dirigentes del régimen sirio de religión musulmana (aunque adherentes de una variante algo heterodoxa, la secta alawí) y el propio régimen definiendo al islam como religión oficial, tales alianzas fueran impensables.

Sin embargo, particularmente a partir del comienzo de la guerra civil siria en 2011, el régimen de Al Assad ha recibido el apoyo del Frente Nacional francés, los partidos españoles Democracia Nacional y Movimiento Social Republicano, el Partido Nacional Británico y otras organizaciones representativas de la “nueva” extrema derecha europea. 

Este apoyo de la extrema derecha europea al régimen de Al Assad genera dudas entre sus militantes menos “pragmáticos”. El partido neonazi español Alianza Nacional, por ejemplo, recibió críticas en las redes sociales por aliarse con “los moros”.
(ttps://twitter.com/AN_LosTuyos/status/711278045668229120) 

En este contexto no podemos dejar de mencionar el rol de la Iglesia Católica. Si bien el apoyo del papa actual al pacto 5 + 1 que sostiene al régimen de Al Assad es ostensible, algunos sectores del clero católico llegan más lejos en su identificación con el dictador sirio, combinada con la islamofobia más radical. 

La hermana María Guadalupe Rodrigo, de la orden del Verbo Encarnado, conocida por sus posiciones ultraconservadoras, ha aparecido frecuentemente en los medios de comunicación de varios países de habla hispana como una representante del rol “humanitario” de la Iglesia Católica en Siria. 

En una conferencia dictada en la ciudad de Donosti (San Sebastián), en el Estado Español, la religiosa argentina no sólo defendió a la dictadura de Al Assad por su “protección de la minoría cristiana” de Siria, sino que recomendó una política hacia los refugiados víctimas del conflicto en Siria que supone seleccionarlos en función de la religión. 

Así, solamente los refugiados cristianos deberían ser admitidos en Europa, porque según esta monja tan “humanitaria”, “los musulmanes pueden emigrar a Arabia Saudita y Qatar” 
(https://www.youtube.com/watch?v=dPBf7UlUcXQ)

El apoyo al régimen de Al Assad es perfectamente compatible con la islamofobia extrema que la ultraderecha europea ha adoptado en los últimos 15 años. Por un lado, como ya mencionamos, el régimen de Al Assad está controlado por la secta alawí, minoritaria dentro de Siria pero que hegemoniza las fuerzas armadas desde la época de la dominación francesa. 

Los colonizadores franceses, después de fracasar su intento de dividir a Siria en varios estados con bases étnico-religiosas, optaron por utilizar a los alawies para reprimir a la mayoría musulmana sunnita, un método muy habitual de las potencias colonialistas. (http://www.mepc.org/journal/middle-east-policy-archives/roots-alawite-sunni-rivalry-syria)

Los alawíes apenas tienen presencia en la inmigración musulmana hacia Europa occidental, principal blanco de la islamofobia, y en cambio son mayoritarios los musulmanes sunnitas.

El régimen de Al Assad es consciente de su falta de legitimidad dentro de la mayoría musulmana sunnita de Siria, por eso su actitud hacia ella es similar a la de una potencia colonial hacia la población “nativa” y se sostiene en base a la alianza con Irán, el partido chiita Hezbollah del Líbano y particularmente Rusia y China. 

Estas dos últimas potencias tienen su propia versión del “choque de civilizaciones”, en el caso de Rusia en Chechenia y en el caso chino en Xinjiang. En los dos casos se trata de poblaciones de religión musulmana que son objeto de una política genocida que nada tiene que envidiar a los métodos del imperialismo yanqui y sionista. 

El genocidio perpetrado por Putin en Chechenia es relativamente conocido. Sin embargo, la política de colonización y desplazamiento forzado desarrollada por el estado chino en Xinjiang en contra del pueblo uygur, que se propone convertirlo en una minoría en su propio territorio, es mucho menos conocida, pero guarda un notable parecido con la política sionista en Palestina. 

Y en los dos casos, por supuesto, el pretexto es la “lucha contra el terrorismo”, que también utiliza el régimen de Al Assad para reducir ciudades enteras, como Homs y Aleppo, a ruinas y masacrar sistemáticamente a los partidarios reales o supuestos de los grupos armados islamistas y en general a cualquier expresión de oposición genuina. Semejante accionar no puede menos que recibir el apoyo entusiasta de la ultraderecha islamófoba.

Pero la causa de la identificación de las distintas corrientes fascistas con al régimen de Al Assad es más profunda. Las viejas teorías sobre la “conspiración judeo-masónico-marxista” han sido “enriquecidas” en las últimas décadas con el agregado de los inmigrantes de diversas procedencias y los movimientos de mujeres y GLTTB, a la lista de enemigos de la “civilización cristiana occidental” y la “raza blanca”.  

A esto se agrega el capital transnacional, representado por el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea, y otras fuerzas “mundialistas”. Así, el mérito del régimen de Al Assad pasaría por enfrentar al “Nuevo Orden Mundial dirigido por la familia Rothschild”, ente otros disparates que estos grupos difunden en el ciberespacio. 

Sin embargo, los aliados neofascistas de Al Assad son especialmente hábiles para explotar algunos datos de la realidad como la alianza entre el imperialismo sionista y el Daesh. Por supuesto, al insertarlos en el la lógica reaccionaria y paranoide propia del fascismo, estos datos se transforman en pretextos para atacar a la izquierda anticapitalista y revolucionaria o a cualquier corriente genuinamente democrática como parte de una conspiración entre “el sionismo, el islamismo y las élites mundialistas”. 

Una muestra de cómo opera esta lógica la tenemos en que el ya mencionado David Duke, a pesar de su “antisionismo”, no ha vacilado en apoyar la candidatura de Donald Trump, cuya actitud de identificación total con el lobby pro-Israel es bien conocida (https://timeline.com/david-duke-went-from-the-kkk-to-assad-s-syria-to-trump-s-america-865377560882#.3kuhnqwgu)

El motivo para olvidar ese “detalle” es precisamente que Trump le otorga a la extrema derecha norteamericana abiertamente racista su primera oportunidad para llegar a la Casa Blanca.

Esta es simplemente una selección de la abundante evidencia que muestra que, más allá de lo que sus simpatizantes stalinistas o pro-chavistas quieran creer, el régimen de Al Assad representa todos los postulados del fascismo contemporáneo, incluida la islamofobia y en general el odio hacia los inmigrantes o refugiados de origen no europeo. 

Una posición antifascista y antiimperialista consecuente no es compatible con el apoyo a un régimen que se sostiene contra la voluntad popular mayoritaria, aliándose con potencias imperialistas y toda clase de movimientos políticos fascistas.

La "independencia" del PTS en Siria lo ubica junto a los enemigos del pueblo kurdo

El proceso de la lucha de las mujeres kurdas merece el
apoyo de todas las organizaciones revolucionarias.
Por Juan Giglio

En una nota de Izquierda Diario -número 33, setiembre de 2016- Claudia Cinatti, del PTS, analiza la situación siria, definiendo la existencia de tres conflictos: el que enfrenta a Irán con Arabia, el de los kurdos por su autodeterminación y el de “Occidente contra Rusia”. Este análisis superficial, no explica las razones de fondo de la contienda entre dos bloques -sunita y chiita- detrás de los cuales se alinearon las potencias imperialistas o sectores de estas.

Más allá de estas caracterizaciones -que hemos profundizado en varias notas de nuestro espacio Kurdistán Desde el Sur- el centro de su elaboración es que todo sucede en el marco de la “derrota de la Primavera Árabe”, la cual la invalidaría a tomar partido por alguno de los bandos que combaten en la guerra, ya que como todos están alineados detrás de algunas de las potencias o burguesías regionales, ninguno resulta progresivo.

Salvo que propongamos el “derrotismo” - tampoco lo plantea el PTS- los revolucionarios debemos elegir alguna trinchera para dar pelea por nuestras posiciones desde algún lugar concreto, huyendo del peor de los males, que es el abstencionismo. La compañera no nos da ninguna razón para no ubicarnos -militarmente- del lado de quienes levantan las banderas más progresistas: las milicias kurdas que enfrentan a quienes oprimen a su pueblo.

¿No sería progresivo que los kurdos, que no están atados estratégicamente al carro de ninguno de los imperialismos -como ella admite- triunfen y consoliden un estado o federación de regiones autónomas en el norte de Siria e Iraq? ¿No cuestionaría ese status a los tratados imperialistas que rigen los designios de Medio Oriente, como Sykes Picot, Sevres o Laussane, o al propio Pacto 5 más 1, entre Obama y Putin, que se encargó de reafirmarlos?

Cuando Cinatti se refiere a las posiciones de la izquierda, diciendo que estaría dividida entre quienes apoyan a Bashar y quienes están detrás de las distintas facciones del Ejército Libre, no casualmente evita hablar de los sectores de izquierda -que en Europa y el resto del mundo- apoyamos a la heroica resistencia kurda, enviando incluso voluntarios internacionalistas, varios de los cuales ya han sido asesinados por la metralla de Estado Islámico.

Tampoco dice que algunos de los que elegimos esa trinchera, no nos subordinamos a las políticas de las conducciones frente populistas -como el PKK o el PYD- sino que los apoyamos críticamente. Obviando esto, para Cinatti “el problema es que lo que podía ser correcto a los inicios del conflicto resulta completamente insuficiente a la hora de dar cuenta de una situación actual que tiene todas las características de una guerra por procuración más que de una lucha popular… Y que es producto de la derrota más general de esos levantamientos.”

Por todo esto, los camaradas del PTS se limitan a realizar propaganda acerca de “La necesidad de una posición independiente”, que estaría planteada “en la lucha contra la guerra imperialista, contra la dictadura de Assad y la intervención de Rusia y contra la reacción islamista y su “neoterrorismo”, que no tiene nada que ver con el terrorismo individual de anarquistas o populistas contra el que discutía el marxismo clásico…”

¿Por qué hay que apoyar a las milicias kurdas?

Más allá de los objetivos de los sectores más conservadores del Movimiento de Liberación Kurdo, ligados a su burguesía, la creación de los cantones de Rojava significó, en la práctica, la puesta en pie de organismos de poder popular que sustituyeron a las instituciones burguesas que existían en esa región antes de la irrupción del pueblo kurdo, que aprovechó la guerra para ocupar territorio debido al debilitamiento del régimen.

Sorprende que Cinatti no tenga en cuenta esto ni a las milicias populares. Pero lo más sorprendente es que omita los logros relacionados a cuestiones de género, en un contexto en que las mujeres ven restringidos al mínimo sus derechos, quedando reducidas al rol de madres y esposas. El movimiento kurdo no solo derogó las leyes oscurantistas que hasta los regímenes oficialmente “laicos” -como el del Baath- utilizaban para oprimir a las mujeres, sino que además implantó la paridad en términos de género para los cargos políticos y militares.  

Como conclusión lógica de su completa omisión acerca de las conquistas del movimiento de liberación nacional kurdo en cuanto a la autoorganizacion de las clases populares y la emancipación de la mujer, Claudia Cinatti y el PTS dejan sin resolver la incógnita de cuál sería la fuerza social capaz de derrotar a “la guerra imperialista, la intervención de Rusia y el “neoterrorismo islamista”.

Aunque los compañeros se nieguen a admitirlo, es más que evidente que -a pesar de sus limitaciones políticas, ideológicas y programáticas- es el movimiento de liberación nacional kurdo y los sectores obreros y populares de diferentes nacionalidades que lo apoyan tanto en Siria como en Turquía, quienes están al frente de esta pelea, mereciendo por lo tanto el apoyo de todas las fuerzas que se reclamen revolucionarias o, al menos, democráticas.

Las YPG/YPJ provocaron numerosas derrotas al Daesh y otras bandas reaccionarias; el PKK viene combatiendo al Estado turco, uno de los principales aliados del imperialismo, desde 1978 y sigue siendo considerado una “organización terrorista” en todos los países miembros de la OTAN; las FDS constituyen un polo de atracción para todas las fuerzas que enfrentan a la dictadura de Al Assad en Siria, con la cual  han comenzado a enfrentarse militarmente. 

En ese marco, es especialmente grave que un medio de comunicación de un partido que se reivindica marxista revolucionario no supere el “relato” hiper simplificado que hacen los medios burgueses de la guerra civil en Siria ¡Las fuerzas en pugna respecto a las cuales la nota de Cinatti propone una posición “independiente” son las mismas que podrían aparecer en un informativo de la CNN o una nota de Clarín! La mención del movimiento kurdo parece tener solo una función de “divulgación” ya que no implica ningún posicionamiento político.

Algo similar podría decirse de la crítica hacia “neoterrorismo” islamista. El genocidio del Daesh contra el pueblo yazidi, su violencia sistematizada contra otras minorías étnicas y religiosas y, particularmente, contra las mujeres, cuestiones que no merecen ninguna mención de Cinatti, ya que el eje de su análisis pasa por sus recientes ataques (repudiables no sólo  como  método, sino por su contenido reaccionario) en los países imperialistas.

Poniéndose al margen de todas las partes que intervienen en la guerra, el PTS no hace más que ubicarse -objetivamente y más allá de sus intenciones- junto a las potencias, que están unidas detrás del Pacto “5 más 1” -Obama, Putin y el Papa- cuyo objetivo es garantizar la unidad y gobernabilidad capitalista de Siria, manteniendo lo sustancial del régimen -con o sin Bashar- de manera de continuar saqueando los recursos y mantener el control geopolítico.

Los imperialistas cuentan con el apoyo de las tres potencias regionales más importantes -Turquía, Irán e Israel- porque junto a Bashar, coinciden en tratar de evitar que el pueblo kurdo consolide la autonomía de los cantones de Rojava. ¡Lamentablemente, el PTS terminó ubicándose en la trinchera de los enemigos del pueblo kurdo y sus reclamos nacionales!

Llamamos a la dirección de este partido y de su fracción internacional a rever este posicionamiento, para sumarse a la justa lucha por la autodeterminación del pueblo kurdo y por la unidad de este con el resto de los trabajadores y los pueblos de Medio Oriente, agitando la necesidad de derrotar a las dictaduras de la región e imponer una Federación de Estados o Regiones Autónomas de carácter Obrero y Socialista.

jueves, 22 de septiembre de 2016

150 años de la batalla de Curupayty y la lucha antiimperialista desde la trinchera del pueblo kurdo

Por Carlos Amarilla

En las academias militares de todo el mundo todavía se estudian los pormenores de la Batalla de Curupayty -22 de setiembre de 1866- caracterizando la victoria del ejército paraguayo contra las poderosísimas fuerzas de la Triple Alianza, conformada por Brasil, Argentina y Uruguay, como una de las mayores muestras de ingenio y pericia guerrera. Este 22 de septiembre se conmemoran 150 años de la epopeya.

"Amanhá descangalharei tudo isto en duas horas (Mañana destruiré todo eso en dos horas)", había asegurado el jefe de la marina brasileña, Joaquim Marques Lisboa -el almirante Tamandaré- el 21 de septiembre de 1866, en vísperas del ataque contra la fortaleza de Curupayty, tras haber capturado el fuerte de Curuzú, en la batalla del 3 de septiembre de 1866 a orillas del río Paraguay.

Los aliados estaban convencidos de que harían lo mismo con Curupayty, que se encontraba a unos 2 kilómetros de ese lugar, río arriba. El ataque final estaba previsto para el 17 de septiembre, pero las fuertes lluvias obligaron a posponer esta ofensiva comandada por el presidente argentino Bartolomé Mitre, quien asumió el mando de las tropas aliadas, considerando que resultaría una “acción bélica rápida y fácil”.

"Desayunaremos en Curupayty y cenaremos en Humaitá", era una de las frases que se escuchaba entre los invasores, cuyo comandante había preparado un primer bombardeo desde los 22 barcos correspondientes a la escuadra brasilera, para después dirigir un ataque frontal con “bayoneta calada”.

Sin embargo, el mariscal Francisco Solano López, convencido de que una derrota significaría perder la campaña, trazó un ambicioso plan de defensa, que consultó a su estado mayor. El general José Eduvigis Díaz le respondió, en guaraní: "Parece bueno en el papel, pero si construimos así las trincheras, no vamos a atajar a los kamba". El mariscal le encargó, entonces, que dirija el operativo de poner en pie las trincheras, adaptándolo a su intuición y sentido práctico.

La noche del 8 de septiembre Díaz inició la construcción de las mismas, ocupando a más de 5000 hombres que, repartidos en turnos, se pusieron a excavar túneles y zanjas, cortar árboles y preparar abatises (obstáculos formados por ramas de árboles puestas en hileras, con las puntas en dirección al enemigo), detrás de los cuales se construyó un foso de tres metros de ancho y dos de profundidad, en cuyo lecho se colocaron estacas puntiagudas que apuntaban hacia arriba.

El 22 de setiembre comenzó el bombardeo de los barcos brasileños contra las trincheras, que duró casi cinco horas -en lugar de las dos que había prometido el almirante Tamandaré- sin llegar a dañar a los paraguayos, debido a la altura del barranco y los muchos obstáculos visuales que no permitían apuntar bien.  

Cuando empezó el ataque por tierra, dos columnas argentinas y dos brasileñas se encontraron con las estacas puntiagudas, las murallas de abatises y los soldados paraguayos, que al estar bien protegidos hacían blanco fácil contra los aliados, que "caían segados, horriblemente destrozados, se arremolinaban, recibían refuerzos y volvían a la carga, siempre con el mismo infortunado resultado", según afirma un relato de la época.

A las cuatro de la tarde, Mitre se convenció de que su ataque se había convertido en una catastrófica derrota, ordenando la retirada y dejando en el campo a 5.000 cadáveres de soldados aliados, mientras que las bajas entre los paraguayos no habían llegado a 100. Según los historiadores: "por cada paraguayo muerto, murieron aproximadamente 50 aliados".

El resultado de la batalla de Curupayty tuvo una trascendencia enorme, ya que paralizó al Ejército de la Triple Alianza, que demoró un año en recobrar el ánimo y reiniciar su actividad. La profesora Vicenta Miranda Ojeda, una de las mayores impulsoras del rescate de la historia de Curupayty y Humaitá, dice que hace 150 años "triunfó más que nada la fuerza moral y física de esos cinco mil soldados”.

“En tan escaso tiempo fueron capaces de construir una portentosa obra defensiva que no tiene parangón en la historia militar, sin desconocer el diseño que surgió como resultado de la tecnología y por supuesto el heroísmo de un oficial como lo fue el General Díaz ".

Todo esto sucedió porque el pueblo paraguayo, agredido por una alianza de gobiernos cipayos del imperialismo -que no concebía la posibilidad de que este pequeño país se mantuviera independiente de sus dictados- tenía clara conciencia de la necesidad de defender su autonomía política y económica.

Más allá de los límites del régimen paraguayo fundado por Gaspar de Francia, Paraguay todavía no había caído en manos de las garras de los dueños del mundo, quienes consideraban al continente americano como una fuente inagotable de recursos para -mediante el saqueo indiscriminado de sus riquezas- acumular el capital suficiente para construir imperios fabulosos.

Este era el futuro que las potencias les tenían reservado a todos los países de la región, tal como lo explicó brillantemente Eduardo Galeano en su libro “Las venas abiertas de América Latina”, razón por la cual compraron, armaron y organizaron a sus agentes vernáculos -argentinos, brasileros y uruguayos- de manera de terminar con el sueño de la independencia económica paraguaya.

Gaspar Rodríguez de Francia primero, y luego Carlos y Francisco Solano López, construyeron uno de los regímenes más avanzados de la época, con reforma agraria, educación obligatoria, límites a para el accionar de la Iglesia Católica y el desarrollo de una incipiente  industria pesada, que de mantenerse y extenderse podría haber cambiado la historia de Sudamérica.

Recién en el año 1870 pudieron los invasores acabar con estos sueños, defendidos por un pueblo heroico, como el propio Mariscal López, que mientras se batía -sable en mano- en la Batalla de Cerro Corá, fue abatido por un soldado que le pegó un tiro en el corazón. Según cuenta la leyenda, intentó tragarse la bandera paraguaya, para que los enemigos no se la llevasen como trofeo.

Luego de este genocidio, donde exterminaron a la mayoría de sus hombres, el Paraguay perdió casi la mitad su territorio e industria independiente, no pudiendo recuperarse nunca más. A pesar de que muchos argentinos fueron engrillados para obligarlos a combatir y que varios caudillos se solidarizaron con el pueblo paraguayo, todo eso no alcanzó frenar esta guerra, total y absolutamente desigual, de rapiña.

El ejemplo y la admiración de los patriotas que cayeron en cada una de las batallas heroicas de esos años, debe servirnos para impulsar, más que nunca, la necesaria lucha por la ruptura de las cadenas que nos sojuzgan a los poderes imperiales de turno, comandados por Estados Unidos.

También debe alentarnos a redoblar las acciones de solidaridad con los trabajadores y los pueblos del mundo que están combatiendo contra los designios de las potencias que -como en Siria e Iraq- utilizan a otros lacayos regionales y bandas de mercenarios para garantizar la “gobernabilidad” al servicio de la aplicación de sus planes de ajuste y saqueo.

Con todas sus contradicciones y límites de sus direcciones, es el pueblo kurdo el destacamento de vanguardia de esta pelea. Porque derrotó a las bandas pro imperialistas de Estado Islámico y, porque ahora tiene el gran desafío de acabar con las dictaduras de Turquía, Siria e Iraq, expulsando a los imperialistas yanquis, rusos y europeos de la región.

Los trotskistas recordamos las sabias palabras del fundador de nuestra corriente –León Trotsky- quien decía que “Todos los países del mundo no son países imperialistas… la mayoría son víctimas del imperialismo. Algunos países coloniales o semi-coloniales intentarán… utilizar la guerra para sacudir el yugo de la esclavitud. De su parte la guerra no será imperialista sino emancipadora.”

Trotsky remataba esta frase -del Programa de Transición- afirmando que “El deber del proletariado internacional será el de ayudar a los países oprimidos en guerra contra los opresores”. Para los trotskistas del siglo XXI esto significa ubicarse en la trinchera militar del pueblo kurdo, y -desde ese lugar- dar las peleas políticas, defendiendo las consignas antiimperialistas más consecuentes y el programa del Socialismo, única manera de conquistar la paz y la democracia por la cual el pueblo kurdo viene peleando desde hace muchísimos años.


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viernes, 16 de septiembre de 2016

Obama, Putin, Bahsar, Erdogan... enemigos de la autodeterminación kurda

Por Juan Giglio:

Uno de los máximos jerarcas militares de Turquía, el general Hulusi Akar, acaba de reunirse con el general ruso Valeriy Gerasimov, quien fue recibido con honores en los cuarteles del Estado Mayor de Ankara.  

Junto con cuestiones militares relacionadas al despliegue de fragatas y submarinos nucleares en el estratégico Mar Negro -apuntando sus cañones hacia Crimea- ambos generales dedicaron gran parte del tiempo en coordinar políticas para Siria.

Luego de la reunión, los representantes militares de Putin y Erdogan se mostraron satisfechos, ya que precisaron los pasos en común que darán en su lucha contra el “terrorismo”, lo cual constituye un aval -por parte de Rusia- a la presencia de tropas turcas en esa región.

Y si Rusia -que está coordinando todo con Obama- está de acuerdo, también están de acuerdo Bashar y los iraníes. Por lo tanto, queda claro que todos estos conformaron una alianza -¿Inédita?- con el propósito defender la unidad geográfica y política de Siria.

En ese sentido, los enemigos de esta sacrosanta “unidad” son los kurdos de Rojava, que al mantenerse firmes con sus deseos “federalistas”, están incentivando una autonomía tan grande, que de imponerse, significaría la imposición de un verdadero estado independiente.

Por ahora, los rusos y los yanquis tratan de convencer a los kurdos, ofreciéndoles algunas concesiones a cambio de que retrocedan. Mientras tanto, los amenazan militarmente, mediante el despliegue de tropas de sus lacayos regionales, o sea Turquía y Siria.

Tienen otras dos cartas: Una es ISIS, que pueden volver a utilizarlo como “quinta columna”, mientras que la otra es el bloqueo económico que, tanto Erdogan como Barzani, implementan en las fronteras de Rojava, boicoteando el abastecimiento de los productos esenciales.

Mientras negocian en Ginebra y otros ámbitos diplomáticos, los imperialistas “aprietan” a las milicias kurdas, YPG/YPJ, jugándose a transformarlas en marionetas al servicio de la aplicación de sus políticas de saqueo brutal de los recursos petroleros y gasíferos de la región.

Sin embargo, las declaraciones de sus comandantes y de sectores del PYD -el partido kurdo más importante de Rojava- contradicen esos deseos imperiales, ya que son muchas voces las que se levantan en contra del pacto anti kurdo, comandado por Obama y Putin.  

Los valientes combatientes kurdos deben recordar, que como amigos no solo tienen a las “montañas”, sino a otros muchos más poderosos y efectivos -los trabajadores y los pueblos de todo el mundo- de cuyo apoyo solidario dependen para derrotar a estos tremendos enemigos.

La Revolución de las asambleas y las mujeres, la del heroísmo si par, está en una encrucijada, porque como nunca, tantos y tan poderosos agentes de la contrarrevolución se han puesto de acuerdo en coordinar esfuerzos para hacer retroceder y aplastar sus conquistas.

Pero el proceso revolucionario kurdo cuenta con una gran ventaja, la de haber ganado una enorme popularidad y simpatía entre las masas y la vanguardia de cientos de países, incluso en los lugares más lejanos, como en nuestro propio país, la Argentina.

Apelando a esta solidaridad, su pueblo está en condiciones de dar los pasos que hacen falta para mantener el Confederalismo Democrático y extenderlo como una propuesta superadora hacia el conjunto de los trabajadores y los pueblos de todo el Medio Oriente. 

Hoy, como nunca, están dadas las condiciones para construir una Federación de Comunidades Autónomas o Estados Socialistas, apoyados en el régimen de la democracia directa y las milicias populares. ¡Si se lo propone, el pueblo kurdo puede ser la vanguardia de este cambio!

jueves, 15 de septiembre de 2016

Para lograr paz, libertad y democracia hay que echar al imperialismo y acabar con las dictaduras de Bashar, Erdgogan y compañía

Aunque se pelean entre sí, tienen un único y gran objetivo:
acabar con el Confederalismo Democrático kurdo.
Por Juan Giglio

De acuerdo a una nota editada por Kurdish Question de este 15 de setiembre, los kurdos de Siria estarían “enojados por el plan de transición propuesto por el Alto Comité de Negociaciones” ya que no plantea ninguna forma de “federalismo para la post guerra”.

Este organismo, denominado en inglés “High Negotiations Committee”, -relacionado a la SNC  o Coalición Nacional Siria- propone apenas una tibia “descentralización” de las cuestiones administrativas” y algunas pocas concesiones para los gobiernos locales, pero siempre y cuando no “afecten la unidad del país”.

Por esta razón, uno de los dirigentes del Movimiento de la Juventud Kurda, TCK, Bader Mustafa, declaró que “luego de cinco años de derramamientos de sangre, la oposición siria continúa pensando y actuando con la misma lógica que la del régimen” encabezado por el partido Baaz.

Para Mustafa “la oposición pretende reemplazar al régimen por otro igualmente centralizado” lo cual no cambiaría nada y significaría la “continuación de la guerra civil”. Además de esto, expresó su repudio para con el “Kurdish National Council” o (KNC), que forma parte del SNC y sostiene sus mismas orientaciones.

Zara Salih, integrante del “Kurdish Yekiti Party” de Siria, dijo al respecto, que “no existen diferencias fundamentales entre el régimen baazista y la mayoría de la oposición”, porque al ser “estudiantes de la cultura nacionalista árabe y del Baaz, no pueden cambiar del día para la noche”.
   
Salih le sugirió al KND que rompa con la oposición siria y acuerde con el PYG, que recientemente firmó un pacto con el Movimiento “Syria’s Tomorrow”, liderado por el dirigente del SNC Ahmed Harba, en el que se reconoce la administración de los cantones federales. 

Allí se acepta “la administración autónoma de las áreas de al-Jazeera, Kobane y Afrin, al igual que sus leyes y las decisiones judiciales”.  En ese sentido, Walid Shekho, otro político kurdo, dijo que el “federalismo es la única garantía para los derechos kurdos y de otras minorías”.

Los gobiernos de Estados Unidos y Rusia están motorizando las propuestas del SNC, tratando en ese sentido, de convencer a los luchadores kurdos sobre la necesidad del mantenimiento de la sacrosanta “unidad” de Siria, que en los hechos significa cambiar algo para que, en esencia, no se modifique nada.

La única manera de conseguir la libertad por la cual se ha derramado tanta sangre kurda y de otras etnias, no es manteniendo a los regímenes dictatoriales que oprimen desde siempre a los trabajadores y los pueblos, sino derrotándolos mediante la movilización revolucionaria.

El movimiento de masas tiene que acabar con los enemigos de la democracia, que son las dictaduras sanguinarias de Bashar, Erdogan y compañía, avanzando hacia la construcción de la única salida de fondo para la actual crisis capitalista que golpea al conjunto del planeta: una Federación de Entidades Autónomas o Estados Socialistas de Medio Oriente.

La invasión turca, los ataques de ISIS o del ejército sirio, como así también las negociaciones de Ginebra, tienen el objetivo de aplastar a la Revolución de Rojava para imponer una férrea unidad capitalista en Siria y en Iraq.  

Los gobiernos capitalistas y el imperialismo coinciden en derrotar al pueblo kurdo, porque asumen que las libertades democráticas conquistadas por las masas de Rojava constituyen un gran escollo para la obtención de la mano de obra esclava que requieren los monopolios explotar los recursos naturales de la región, garantizando altísimas tasas de rentabilidad.